Número ISSN |
 2706-5421

salud mental
Picture of Susana Joma

Susana Joma

¿Cómo se genera el pensamiento suicida?

El pensamiento suicida es una condición de agotamiento mental de opciones; a la vez que una condición depresiva que sufre la persona cuando se cierran las salidas o se ve acorralada por una circunstancia, o cuando hay un desgaste emocional severo. Esta es la definición que Óscar Picardo Joao, director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación (ICTI), de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) da al abordar el tema del suicidio.

Picardo Joao afirma que, si bien las personas toman esta decisión frente a diversas situaciones, esta es bastante difícil y no se da en forma abrupta, generalmente es calculada, salvo de que exista alguna patología, algún caso vinculado con un trastorno de personalidad o psicopatía que empiece con mecanismos de autolesiones y termine con una situación de suicidio.

¿Cómo se da el proceso de pensamiento suicida? El especialista educativo señala que “dentro de la dinámica fisiológica y neurológica esto tiene que ver con los aspectos emocionales; lo que regula este estado de ánimo prosuicida tiene que ver con una condición eminentemente emocional que fatiga o anula la racionalidad”.

Según lo expuesto por el doctor Picardo, quien es también coordinador del Centro Universitario de Neurociencias (CUN), al quedar anulada la racionalidad debido al predominio de lo emocional no favorece que la persona vea que, por muy crítico que sea un problema, siempre puede haber una salida en el contexto de la opción por vivir, por ejemplo, los suicidios por causas amorosas o afectivas no son razonables.

“Otra cosa que también los suicidios intentan (ser) como una pedagogía, enviar un mensaje, enseñar algo, castigar a ciertas personas de su entorno, y a veces cuando uno examina los diversos tipos de suicidio algunos son más dramáticos que otros, algunos dejan una carta. El caso de este último chico que se colgó es un mensaje muy potente para la gente queriendo demostrar algo o denunciar algo”, explica en relación al caso de suicidio de un universitario, ocurrido a principios de octubre.

¿En qué área del cerebro se da esa racionalidad?

El especialista detalla que, tomando en cuenta la teoría neurobiológica del cerebro triuno, propuesta por Paul D. MacLean en la década del 60, la racionalidad ocurre en el cerebro neocórtex, una estructura más avanzada que se encarga de las funciones cognitivas complejas como el pensamiento abstracto y el lenguaje. Mientras, la decisión de suicidio responde como algo más emocional que se da en otro nivel más básico del cerebro.

“Cuando uno está en un contexto crítico el cerebro humano lo que busca es sobrevivir y hacer todo para que prevalezca la vida, en cambio en el acto de suicidio se anula todas esas funciones exactamente”, puntualiza.

Al consultar al investigador si las alteraciones neuroquímicas del cerebro vinculadas con problemas de salud mental, como la depresión, pueden suprimir la racionalidad señaló que sí pueden afectarla.

“Ante el fenómeno del suicidio, además de factores ambientales, pueden intervenir factores genéticos o patológicos; también el rol que juega la dopamina, la serotonina o la noradrenalina en el acto suicida es esencial; cuando hay problemas en estos receptores o cuando el cerebro carece de sustancias químicas (Neurotransmisores) se antagoniza la ansiedad, miedo, agresividad y angustia. Todo el cerebro funciona con impulsos eléctricos y neuroquímicos. Las conexiones que se hacen en sinapsis cuando yo estoy aprendiendo algo, cuando yo estoy leyendo, cuando estoy viendo un partido de futbol. Cada hecho al que se enfrenta el ser humano y el cerebro supone esas interacciones de las dendritas, la sinapsis, la mielinización. Entonces esos elementos van modificando la estructura cerebral, por el contrario, cuando estamos en una situación digamos depresiva todos esos procesos se alteran y no funcionan como deberían de funcionar, por llamarlo de alguna forma como más visual no hay una lubricación, facilitación activa de la parte neuronal. Entonces, de una forma gráfica es como que, si todo se fuera apagando, como que, si fuera eliminando esas conexiones y agotando las posibilidades que pueda haber, digamos, en una situación normal”, agrega.

Lo anterior implica que en la medida que la disposición neuronal está afectada, desde el punto de vista emocional, esas condiciones digamos señales neuroquímicas que debería de mandar el cerebro para reaccionar de una forma a otra se agotan, y de una forma depresiva se llega a una decisión de anular la vida, que va en contra de todas las leyes naturales del propio cerebro, que es buscar la supervivencia en condiciones típicas o atípicas.

¿Por qué buscar ayuda cuando está sobrepasado por las emociones?

 “Yo creo que es bueno buscar ayuda, porque la ayuda permite dialogar, refrescar y aceitar, por usar otra vez esa esa alegoría, las opciones desde el punto de vista neurocientífico. Es decir, una persona que está en un episodio de suicidio va agotando sus opciones, van reduciendo sus posibilidades hasta que llega a una que es el suicidio como tal.

Hablar con alguien, con un especialista, permite un proceso de catarsis, permite liberar emociones reprimidas, permite ver otras opciones que quizás no había visto la persona o encontrar una guía que le ayude a superar y a retroalimentar la dimensión racional sobre la emocional, que a veces la misma soledad, la misma depresión imposibilita ese diálogo”, sostiene Picardo Joao.

El investigador explica que la persona en depresión se cierra, no habla con nadie, no externa, no manifiesta, no descarga sus preocupaciones, entonces siempre un psicólogo, un psiquiatra generan ese espejo con el cual la persona puede hablar y le permite encontrar otras opciones generalmente.

¿En qué momento se debe buscar la ayuda, tomando en cuenta que llega un momento que la racionalidad se apaga?

Tal como expone el doctor Picardo Joao la gente que está en el entorno familiar tiene que observar los cambios conductuales. Cuando uno ve a una persona que era gregaria y que de repente anda muy solitaria, que anda triste, que anda depresiva, ahí es el momento de incorporar la ayuda, no esperar al final cuando la pesona hace alguna manifestación más evidente, como un intento fallido que se dan muchas veces, autolesiones en los jóvenes, que se cortan o dañan.

“Yo creo que el ser humano envía suficientes señales de que la cosa no está bien y cuando uno ve en las personas, como uno conoce más o menos los temperamentos, la forma de ser, cuando uno ve que hay un cambio en la alimentación, un cambio, una tristeza, melancolía, ese tipo de características y conductas ahí es el momento de intervenir”, precisó.

¿Puede incidir la tecnología en el tema del suicidio?

El también especialista en neurociencia detalla que en un momento dado puede favorecer, pero por otra parte también ayudar: “Yo creo que puede jugar un doble rol”. En el primero de los casos porque el suicidio en cierta medida es contagioso y hoy en día hoy en día los algoritmos que se generan las redes sociales ofrecen opciones acordes a las necesidades emocionales de la gente. Eso implica que si alguien está depresivo probablemente consuma más contenido que profundice su situación, incluso presentar información sobre cómo hacerlo; en el segundo de los casos puede haber una cara positiva, de que pueda mediante un perfil anónimo encontrar ayuda a través de las redes sociales.

¿Puede incidir en problemas de salud mental el hecho de que la gente pase ensimismada en los teléfonos?

“Las redes sociales si algo están generando a nivel neuronal es un proceso de aislamiento mayor, los niños juegan menos con otros niños poque tienen videojuegos, entonces se va desarrollando una personalidad, por decirlo de alguna forma que quizás no es la más adecuada, como autista, (en el sentido de) yo no necesito a los demás, no necesito la alteridad, ni conectarme con otros. Entonces claro se va generando una personalidad menos gregaria y más aislada que favorece ese tipo de estados emocionales que pueden derivar en un futuro en un suicidio”, puntualizó.

Dada la situación tan compleja, la Organización Panamericana de la Salud (0PS) resaltó el pasado 10 de octubre, en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, que “Los países deben promover iniciativas regulatorias y normativas para apoyar la salud mental como un derecho humano universal”, esto en momentos en que la depresión y el suicidio afectan a nivel mundial y El Salvador no es la excepción.

Comparte disruptiva