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Carolina Amaya

Carolina Amaya

Ecofeministas exigen parar minería metálica en el Cerro Blanco en Guatemala

En el contexto del Día Mundial del Medio Ambiente, el Movimiento Ecofeminista de El Salvador organizó el cuatro de junio una jornada de actividades culturales que incluyeron danza, tribuna abierta, una “bicicleteada” por Metapán y para cerrar una protesta acuática en el lago de Güija. El objetivo principal: denunciar la amenaza de contaminación de la cuenca alta del río Lempa a causa de las actividades mineras de la empresa Bluestone Resources, de capital canadiense.  

Jessica González recorrió cerca de 10 kilómetros en bicicleta para demostrar que este medio de transporte también es un “instrumento político de protesta en contra de las injusticias ambientales que se están cometiendo. Es un tema importante defender el agua y evitar la minería metálica. De acá viene el agua que bebemos incluso en la capital”, explicó la ciclista.

La jornada continuó con la tribuna abierta en la que las diversas ecofeministas gritaron, con música incluida, “no a la mina en Cerro Blanco”. Nelly Rivera, del colectivo de Mujeres Ambientalistas de El Salvador, pidió a las autoridades de los gobiernos locales y del gobierno central agilizar la discusión del tema y el cumplimiento “de tratados y convenios que tengan que ver con la defensa de las aguas transfronterizas”.  

La mina Cerro Blanco se encuentra a cuatro kilómetros de distancia del río Ostúa, en Guatemala, y contamina directamente a los tributarios o pequeños ríos que alimentan al lago de Güija, que forma parte de la cuenca alta del río Lempa. Datos del colectivo Salvemos el río Lempa, revelan que las aguas de este abastecen a 1.5 millones de personas en el área metropolitana de San Salvador y provee el 28% de la demanda energética. Mirna Pérez es una de las guardianas del lago de Güija y ella hace muestreos de las especies disponibles de peces. “El pescado se nos está acabando. Si nos envenenan el lago, también van a envenenar el río Lempa y pasa por todo El Salvador”, denunció. 

Actualmente, la empresa canadiense Bluestone Resources gestiona con el gobierno de Guatemala el cambio a minería a cielo abierto. “Las dos formas son altamente tóxicas para los acuíferos de esta zona. Sucede que la mina está asentada en un acuífero subterráneo que abastece al lago de Güija y contamina a los ríos Ostúa y Angue”, dijo la bióloga y ecofeminista Sidia Cortez.  

La explotación subterránea lleva “10 años arrojando grandes cantidades de arsénico a la cuenca y se va a contaminar irremediablemente, los efectos de la minería son irreversibles. Por esa razón, hoy más que nunca debemos estar unidos”, sostuvo Julio González, del colectivo guatemalteco Madre Selva. 

Mientras que, el 7 de junio la Administración Nacional de Acueductos y Alcantarillados (ANDA) activó su protocolo para proteger el equipo nuevo de la Planta Potabilizadora Las Pavas, después de que las fuertes lluvias generaran turbidez en el agua. Aunque el gobierno de El Salvador no se ha pronunciado sobre los efectos negativos de la minería transfronteriza; el presidente de ANDA, Rubén Alemán, sostuvo que para tener “ciudades resilientes”, el país debe apostar “a cuidar, a restaurar nuestras cuencas, principalmente, la cuenca alta del río Lempa, donde es que se origina la génesis del agua que nosotros captamos para utilizar”. 

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