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 2706-5421

No hay estudios epidemeologicos
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Susana Joma

“En el país no tenemos estudios epidemiológicos sobre la dislexia”, José Rodolfo Pérez, director ejecutivo del CUN

Con el inicio de cada año escolar los niños, padres de familia y maestros enfrenan desafíos significativos, que en muchos casos pueden incluir los trastornos del aprendizaje, como la dislexia. 

El psicólogo José Rodolfo Pérez, director ejecutivo del Centro Universitario de Neurociencia (CUN), de la Universidad Francisco Gavidia, sostiene que la dislexia es un problema asociado básicamente con la inversión de letras, a la poca discriminación de los fonemas, dificultades con el cálculo, la escritura, la ubicación en el espacio y con la pronunciación de palabras. 

“Lo mejor es estar pendiente de los cuadernos de sus hijos, que intenten comprender lo que han escrito. ¿Por qué? Porque ahí ustedes pueden darse cuenta (de) si invierte letras, si confunde sílabas o si omite sílabas, porque la omisión de silabas también es parte de la dislexia”, recomienda el especialista a los padres. 

Pérez, quien en 2023 publicó el estudio “Funciones ejecutivas y dialexia: estado y evolución del caso Paula”, como parte del Anuario de Investigaciones 2022 del CUN, expresa que la dislexia se puede identificar más o menos a los 6 o 7 años, usualmente cuando los pequeños inician con el proceso de lectoescritura, que implica el aprendizaje de las letras, escritura, comprensión lectora y la toma de dictados. Según detalla, entre los 3 y 5 años, incluso 6, es un poco difícil identificar el problema debido a que a esas edades es común que los niños suelen tener problemas con los fonemas. 

La investigación de Pérez se basa en el caso de una niña a quien, para proteger su identidad, asignó el nombre de Paula. Es una estudiante, de unos 11 años que, además de tener dislexia enfrenta otros dos trastornos del aprendizaje: la discalculia y la disgrafía; condición a la que suma la presencia de una alteración en el cerebelo llamada megacisterna magna y que no tiene mayores implicaciones en su salud. 

Según describe el psicólogo la megacisterna magna es un espacio vacío que está lleno de líquido cefalorraquídeo (un líquido normal que tenemos todos en el cerebro y en el que se mantiene flotando). En ocasiones se presenta en personas con dislexia. Lo normal es que este espacio no exista. 

Paula, quien recibe terapias en el CUN, ha sido evaluada con el modelo ABA de estudio N, para ver sus avances. Ella ya progresa paso a paso, lento, así que el reto todavía es grande. 

Pérez, a partir la experiencia acumulada al tratar pequeños con dislexia, incluyendo el caso de Paula, detalla que este trastorno del aprendizaje no tiene cura, pero los niños pueden mejorar cuando se aplican estrategias que ayudan a compensar los déficits que tienen. 

A la fecha, las estadísticas del Ministerio de Educación (MINED, 2023) relacionadas con población estudiantil que tiene alguna discapacidad o trastornos del aprendizaje, solo brinda detalle de niños autistas, pero no de los que tienen dislexia. 

El psicólogo señala que a la dislexia muy poco se le ha prestado atención, incluso hay poca investigación sobre el tema. “En el país no tenemos estudios epidemiológicos sobre la dislexia, porque verdaderamente es un problema que no se le ha dado importancia, y también no ha sido del interés de la autoridad”, subraya.  

El diagnóstico temprano de la dislexia es clave para poder definir estrategias de atención, caso contrario los esfuerzos por escolarizar a los niños serán más complicados. “Antes de recibir terapia en el CUN, Paula recibía tutorías personalizadas en casa por parte de una maestra que llegaba todos los días a darle clases, pero nunca se vieron mejoras. Lo que me refiero es que, si tú haces una intervención sin diagnóstico previo vas a estar arando el mar. Y eso es lo que pasó con Paula y pasa con muchos”, comenta Pérez. 

Cerca de 100 niños son atendidos actualmente en el CUN con distintos trastornos del aprendizaje. El especialista aclara que esta entidad no tiene finalidad comercial, sino académica, de investigación y de ayuda social, ya que los padres aportan costos mínimos por las terapias. 

En palabras de Pérez, lo ideal es que los centros educativos cuenten con un psicólogo y un psicopedagogo e instrumentos necesarios para que puedan evaluar a los niños que ingresan, esto con el fin de poder identificar y atender casos de dislexia, pero dado que la situación no lo permite considera que sería bueno capacitar a los profesores para que tengan criterios básicos para referir con especialistas a los niños con este tipo de problemas. 

En este momento, escolarizar a un niño con dislexia, al igual que ocurre con los autistas, resulta ser un gran reto para las familias. Y es que de acuerdo con lo que explica Pérez, muchas veces los profesores de las instituciones privadas, en aras de que sus secciones no bajen el promedio de notas, tienden a descargar responsabilidad sobre los que obtienen bajas calificaciones. Si bien en las instituciones del sector público los niños no pueden ser expulsados por problemas de aprendizaje, al final más de uno termina desertando por falta de atención especializada que les permita tener progresos académicos. 

En este punto, el investigador del CUN plantea que los padres de igual manera deben estar en contacto con los profesores para conocer cómo es la conducta de sus hijos, cuánto es el aprendizaje, si les cuesta tomar dictados o hacer cálculos matemáticos. 

“Los padres deben practicar la comprensión lectora con sus hijos, permitir que lean”, dice Pérez, para lo cual sugiere comprarles libros electrónicos en bibliotecas o tiendas en línea, en las cuales se pueden encontrar libros de cuentos, los que pueden ir leyendo por párrafos, luego dar una explicación de lo que entendió, incluso propiciar que lean en voz alta para ver como pronuncian las palabras. 

El especialista también advierte: “Ojo, padres tienen que estar pendiente de sus hijos, no dejen todo al colegio. Ese es el error más garrafal que tenemos actualmente. Incluso a veces le dejamos el aprendizaje de los modales al colegio y eso no es así”, al tiempo de lamentar que “los padres se han vuelto cómodos” luego que al llegar a casa no interactúan con sus hijos y en vez de ello solo les dan el celular, en algunos casos incluso sin control, para que no los interrumpan. 

En este mismo punto, Pérez señala que los padres que tienen niños con dislexia deben esforzarse, no solo limitarse a que reciban atención con el terapista, sino también seguir las recomendaciones y repetir con los pequeños los ejercicios en casa mientras se llega la siguiente sesión. 

“Si tú (como padre o madre) no le apoyas y esperas que todo sucede en la terapia, va a suceder la mejora, probablemente, pero en un avance más lento”, subraya. 

Anuario de investigaciones 2022

 

El estudio sobre dislexia publicado por Pérez en el Anuario de Investigaciones del CUN figura junto a otras investigaciones producidas por él como “Impactos psicológicos y aislamiento social por  COVID-19 en preescolares del área de San Salvador”. Así como por otros investigadores, como María José Jiménez quien presentó su investigación denominada “Comparación de estudios normales vs. Estudios anormales para la detección automática de anomalías utilizando resonancias magnéticas y técnicas de machine learning”; Luciana Mejía Figueroa con un estudio sobre “Eficiencia y seguridad de la estimulación magnética transcraneal (EMT) en el tratamiento para la depresión juvenil”; y Óscar Picardo Joao que desarrolló “Un experimento sobre la vulnerabilidad ideológica”. 

El Anuario de Investigaciones del CUN está a la venta en la Librería de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA).  

Para mayor información acerca del CUN, puede ponerse en contacto al correo infocun@ufg.edu.sv o comunicarse vía telefónica al número 2237-4988.

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