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 2706-5421

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Johanna Segovia

Nuestra sesgada visión del mundo… natural

Si crees tener la razón en una discrepancia, déjame contarte que es probable que partes ya estando equivocado. El ser humano suele desear anteponer su opinión, y que le sea reconocida su experiencia y forma de percibir el mundo. Sin embargo, muchas veces nuestro juicio nos hace errar. ¿Qué hacemos los científicos para combatir esta postura y poder generar conocimiento? Pues, partimos de saber lo siguiente: nuestro método tiene sesgos, el conocimiento es dinámico (lo que hoy sé, cambiará mañana) y compartimos información porque, entre más se comparte, se descubren cosas con mayor importancia. 

Hoy no ahondaré sobre el método científico y sus ventajas. Mejor, retomemos juntos lo primero: ¿Qué es el sesgo? 

Todos tenemos criterios, a favor o en contra de una cosa, persona o grupo en comparación con otra, incluso, casi sin percibirlo, lo cual nos hace construir los conceptos de la realidad. Estar consciente de estos sesgos nos da la posibilidad de aprender, ser incluyentes, mantener una posición de respeto en una discusión e incluso, mejorar nuestros métodos de percibir la verdad. 

Parte de nuestra visión del mundo natural se concibe a través del estudio de la biodiversidad. Ella se estudia con métodos de recolección que están sesgados en sus métodos de muestreo y observación, más aún desde la ciencia ciudadana. Y aunque no se trata de desvalorar el esfuerzo que se realiza y su rol para la sensibilización de nuestros recursos, es importante reconocer la información con la que hasta hoy contamos, ya que nos permitirá comprender mejor de lo que somos consientes. La protección de nuestros recursos está limitada al conocimiento actual, y sus sesgos enmarcan perspectivas que influyen en nuestro razonamiento. Por ejemplo, el esfuerzo de trabajo es escaso en zonas de gran altura y mares profundos, convirtiéndose en áreas desconocidas.  

Los sesgos geográficos, políticos y de accesibilidad también han dado forma a la visión del mundo natural. Hasta el día de hoy, los datos con los que contamos en el mundo solo representan una pequeña proporción del planeta y algunos grupos de organismos vivos; la falta de accesibilidad a los datos profundiza el sesgo. Este año, Hughes y colaboradores nos dan algunos aspectos que debemos tener en mente cuando hablemos de lo que conocemos del mundo natural: 

  • El muestreo mundial es deficiente, reflejando menos del 11% para ecosistemas terrestres y el promedio de 5% para áreas marinas. 
  • Existen sesgos taxonómicos: los invertebrados se encuentran con mucha menor representación que los vertebrados, a pesar de que poseen mayor riqueza de especies. Sumado a esto, los datos registrados responden en su mayoría a una condición temporal, la cual no es conveniente para todos los taxones. 
  • La cobertura de muestreo es favorecida para países desarrollados. El porcentaje de registros tiene una fuerte relación con el PIB per cápita de los países; los países de menor PIB tienen menor capacidad de investigación y acceso a recursos. 
  • El muestreo se observa desproporcionado para las inmediaciones de carreteras, costas y rutas de navegación, lo que limita nuestro conocimiento sobre la distribución de las especies, teniendo más información sobre hábitats alterados y no óptimos donde prosperan especies asociadas a los humanos. Por ejemplo, los registros terrestres se ubican dentro de los 2.5 km de una carretera, pronunciadamente en donde domina la observación ciudadana, exacerbándose para algunos grupos, como las aves, y algunas especies dominantes. 
  • Necesitamos datos comparables de áreas menos accesibles, lo cual es posible a través de la digitalización de muestras de museos e intercambio de datos. Sin embargo, estos esfuerzos están limitados por el deficiente financiamiento y los actuales modelos académicos, donde no hay reconocimiento a esta labor. 
  • La popularización y el financiamiento ha permitido tener datos más representativos, lo que se puede comprobar con taxones más populares como aves, primates, cetáceos y elasmobranquios. Pero la mayoría de los taxones no cuenta con ese punto a su favor. 

Desafortunadamente, los recursos disponibles aún no son suficientes para comprender y proteger la biodiversidad. Nuestras decisiones se están tomando sobre el conocimiento de menos del 7% del planeta, y en su mayoría es la cobertura de tierras bajas templadas cerca de carreteras y ciudades desarrolladas. Intentar comprender y gestionar la diversidad implica evaluar la información con la que se cuenta, ampliar y mantener actualizados los registros en campo con muestreos estratificados, y que esta información se encuentre accesible con la evidencia espacial y temporal en baja resolución. Hughes y colaboradores (2021) sugieren: 

  • Inventario estratégico y digitalización de los datos. Por ejemplo, los monitoreos de plancton y arrecifes han demostrado un mejor muestreo a la fauna de esos ecosistemas.  
  • Registro de datos complementarios. Por ejemplo, varias bases de datos han ampliado a recopilar información sobre esfuerzo de muestreo en los proyectos, alcance geográfico mapeado y métodos de muestreo, que permiten comparaciones entre proyectos para la comprensión del sesgo metodológico y de recolección. 
  • Mayor financiamiento, subvenciones para intercambios de datos y el reconocimiento profesional en la generación de esos datos podrían mejorar la disponibilidad de estos. 

Lo positivo de tener en cuenta las limitaciones de nuestro conocimiento y los retos que tenemos para comprender lo que sabemos y cómo robustecerlo es que nos permitirá mejores predicciones de la pérdida de la biodiversidad, así como pensar global para resolver local con adaptación basada en ecosistemas y, de esta manera, poder conservar nuestro patrimonio natural.

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