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 2706-5421

Las exigencias de transparencias no se deben er como una molestia, sino como un diálogo: Paul Aguilar de SocialTIC - 12
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Rafael Lara Martínez

Professor Emeritus, New Mexico Tech
Desde Comala siempre…

El Yo (Self) múltiple / Lección náhuat – ch’ortí’ – lenca – cacaopera / Parte III

Desde 1821-2022, "no queda nada escrito" (LGV) y a la academia no le importa... por ese desdén, "nada, absolutamente nada, se sabe" (SB) "de Chaparrastique", ni siquiera reconocen que "el sol abre su pupila en el Oriente" (MB)

Es obvio que casi nadie escucha al zenzontle, Irra-gualba-yá, Tormenta-que/llora, es decir, quien llora cuando viene la tormenta (MB)

Nota del editor: el trabajo del autor consta de un resumen más seis apartados; dada la amplitud del material, se compartirá a través de cuatro entregas. 

  • Tercera entrega: V. El cacaopera 

V. El cacaopera

Máni kal-am yálaca Áicu caradi (Mániji yálaka Áyku karidi),  tú ser-tú hermosa Luna como, eres hermosa como la Luna. 

Al igual que sucede con los otros idiomas indígenas de El Salvador, el cacaopera certifica su exclusión arbitraria de la identidad nacional.  Tal cual lo demuestra Mafalda Bertoglia Richards en «La fonología de la lengua cacaopera» (1989), en dos siglos de literatura salvadoreña, casi solo a los extranjeros les interesa recopilar ese legado ancestral.  Se llaman Jeremías Mendoza (1895, 1913), Karl Sapper (1895), Walter Lehmann (1920) y Lyle Campbell (1975. y 1979).  La excepción la ofrece María de Baratta (1950) quien reproduce el texto de Mendoza (1913), aún si confunde el cacaopera con el lenca.   

Es cierto que Francisco Gavidia escribe el relato «La loba», hacia principios del siglo XX, el cual tiene lugar en Cacaopera.  Sin embargo, los nombres propios trasponen el náhuatl-mexicano a su arbitrio creativo, en vez de transcribir el habla local.  Jamás se encontraría el reverso, esto es, que la historiografía mexicana traslade archivos del oriente salvadoreño a su territorio.  Este calco lo efectúan otras figuras célebres, pero el desdén institucional por el legado ancestral confunde la herencia extranjera con la nacional, en nombre de un autor consagrado.  En (13), nótese la manera en que Gavidia desconoce la recopilación de su compatriota Mendoza y el estudio lingüístico de su contemporáneo alemán, Lehmann.  Sobre una base nacionalista sólida, Gavidia enuncia el axioma de la literatura indigenista salvadoreña, sin documentos transcritos en los idiomas indígenas.  Quienes obtengan el privilegio de consultar su archivo personal, podrían falsificar esta afirmación y, por tanto, se encargarán de indagar la razón por la cual omite utilizar esos datos primarios para elaborar su relato regional.   

(13) 

a) Oxil-tla, «flor de pino», pero el fonema «tl» sólo existe en náhuatl-mexicano y xal es «pino» y xuna, «flor(es)» en lenca; en cacaopera «bar, baska» es «flor», el náhuatl oxitl, «ungüento»; 

b) Iquexapil, «perro de agua», pero en lenca, «perro» es xuxu, xu’i, alu y «agua» es wal, wach; en cacaopera, «hálu, álu» es «perro» y «li, lí-kar» es agua; 

c) Kol-Ak-Chiutl o Kola, «mudada de culebra», pero «culebra» es amap, xalala, ÿarra en lenca y la «tl» no existe en lenca ni en cacaopera; en cacaopera, «culebra» es «yerra»;

d) Oxtal, «cascabel», pero oxil, «tener hambre, hambrear».  Ni el sonido x (sh) ni el /tl/ existe en cacaopera; 

e) Ofo, «diablo de los ladrones», pero el sonido fricativo labiodental «f» casi no existe, salvo en «posición final de sílaba» (Herranz Herranz).  Campbell y Bertoglia Richards niegan la existencia del sonido /f/ que reconocen Mendoza y Lehmann.

(véanse: Lyle Campbell, «El estado actual…de la lengua indígena de Cacaopera», 1975; AH Herranz, «El lenca de Honduras», 1987; Mafalda Bertoglia Richards, «La fonología de la lengua cacaopera», 1989; A. King, «Conozcamos el lenca», 2016 y «Aprendamos a hablar lenca», 2018).   

Esta disyunción —tradición oral sin lengua— verifica la ausencia de todo idioma indígena al inventar el «idioma Salvador».  La falta de diálogo entre el trabajo lingüístico y antropológico de Jiménez —pese a sus prejuicios— y la literatura indigenista de Gavidia aclara la división tajante de disciplinas.  La lengua define un sistema de incomunicación, dividida en parcelas con fronteras infranqueables.  Por eso, si Lehmann cita sin cese a Jiménez —Baratta reproduce su obra— el escritor de renombre la ignora al hablar de Cacaopera.     

Por este rechazo fundacional (1821), no extraña que proliferen las investigaciones sobre la literatura monolingüe, mientras la academia excluye los idiomas indígenas de su currículo.  Como lo establece Bertoglia Richards para el cacaopera, solo determinar la fonología del idioma —su alfabeto elemental— plantea un serio problema, irresuelto hasta finales del siglo XX.  En efecto, si el trabajo clásico de Lehmann sugiere la presencia de unas veinte (20) consonantes y diez (10) vocales —asimiladas al castellano en Mendoza— Campbell las reduce a casi la mitad: doce (12; r vs. rr) consonantes y cinco (5) vocales como en castellano, mientras Bertoglia Richards concluye en trece (13 consonantes y tres (3) vocales, a saber: p – t – tz – k – b – d – s – j (x) – m – n – l – r – w – y; i – a – u; acento, según el alfabeto tradicional.   

Se subraya que «los sonidos más peculiares» del cacaopera según Lehmann los descartan Campbell y Bertoglia Richards.  Estos «son las consonantes nasalizadas: ndan, cocodrilo; lâpm, sendero; täpîtn, comal; üäxn, sapo.  Los sonidos del bloqueo de la laringe [que] se desarrollan en la serie gutural, k’utk’un, nistamal.  El sonido r en particular a menudo se duplica rr, se vuelve fricativo j, insertado se observó un leve sonido j antes de rr.  Puede interpretarse como una r sorda, similar a laly del lenca de Chilanga, una l sorda».  Nótese también la falta de sonidos glotalizados que caracterizan al cacaopera.   

Se anota un claro contraste con los otros idiomas vecinos —el ch’ortí’, el náhuat y el lenca, entre otros.  El cacaopera sería acaso la única lengua sin cierre glotal /’/, menos aún, sin consonantes glotalizadas.  A la vez, el sistema vocálico se reduce a un mínimo de tres, mientras otras lenguas de la región utilizan vocales largas o vocales glotalizadas /v’/.  Al aplicar la sugerencia de Richards —salvo la reducción de las cinco vocales en Campbell— los ejemplos citados aplican este abecedario elemental, el cual reduce la complejidad de Lehmann.  Sea lo que fuere a nivel fonológico, el propósito de este ensayo consiste en indagar la morfología a fin de esclarecer las múltiples maneras de referir el Yo (Self).  Los datos de cada autor se citarán con su nombre antes de transcribir el ejemplo o se usarán sus iniciales.   

***** 

kakaopera pis-ka bitati, cacaopera idioma entiendo pis-ma bitati, palabra-tu entiendo 

Solo Lehmann hace un recuento bastante explícito de las diversas formas que refieren el Yo (Self) en cacaopera.  Esta variedad se enumera en (14) usando la ortografía antes mencionada.  Pese a la escasez de datos —no se establece la diferencia entre el sujeto y el objeto ni su relación con el posesivo— es obvio que el Yo predicativo (14a) define un pronombre independiente sin una marca gramatical específica.   

(14)

(a) Yo predicativo (Moi/Naja) yämi-hi – yäm-hi – ÿamí-t –  ÿemi  

(b) Sufijos verbales -i – -u 

(c) Posesivos ki – ki-karä – är-ki tâ-ki- 

(d) Oblicuo nï-ki  

(e) Reflexivos 

ÿämít-kata, yo mismo  

ÿämín-kata, mí mismo 

akiú-kata, yo/mí mismo 

El pronombre independiente (14a) parece replicar la serie «Moi/Naja/N’en/Unani-Uno» del francés, náhuat, ch’ortí’ y lenca.  Se antepone a un predicado como en (14d) —(soy)-Yo-mismo/self— o a un verbo (15) para focalizar su intervención directa.  Mendoza insiste en incluirlo en casi toda oración, mientras los otros autores lo consideran optativo tal cual en contraste lo transcriben Bertoglia Richards y Lehmann, quien desglosa la terminación verbal en el tiempo (-t-) y en la persona (-i).   

(15)  yamigi pisgua-ti (yami-ki piswa), yo hablo = yo hablar-yo ø yo hablar-presente (-t-)-yo (JM) 

  1. biwa-ti, juegas = jugar-yo ø jugar-presente (-t-)-yo (MBR) 
  2. walua-t-i, lloro = llorar-presente-yo

Siendo los datos tan escasos no permiten establecer juicios tajantes como en las otras lenguas indígenas.  Así, la lista de los pronombres anteriores (14) no aclara la diferencia entre el sujeto y el objeto, ni la variación del sujeto activo —el aspecto incompletivo— y el sujeto pasivo, aspecto completivo.  Sin embargo, el posesivo (14c) provee una clara señal de su vínculo con el aspecto, ya que el sufijo -ki se combina también con la negación.  Pero sorprende que la negación del existencial —»da-wa, hay» (MBR) vs. «lan-wa, no hay» (LC)— difiera del negativo personal.  En (15) se observa que varias raíces nominales y verbales constan de una sola sílaba ——máximo dos sílabas— lo cual implica un problema de análisis al leer verbos complejos cuya traducción desvía su significado original: kalibita-ti, «recuerdo» sin relación a lo cordial.   

(15) (a) 

adjetivo posesivo 

(WL) tä-ki-ûä, mi boca, boca-mi-? tu-kï-m, lengua-mi nâm-kï-m, nariz-mi ÿâl-mâ-n, trasero-mi tata-ki, padre-mi 

(MBR) 

niní-ka, mi abuelo (WL) vs.  tzá-ka, hermana-su (se anota la correspondencia entre «mi» y «su») pana-ki, mi mano (WL)

(b) 

negación

(WL), nótese el sujeto predicativo antepuesto: ÿâ(mhi), en contraste al ejemplo en Campbell que no lo incluye.

ÿâmhi-ûâlûa-kî-sân (-yamiki walua-ki-san), yo-llorar-mi-no 

ÿä-na-ki-sân, yo-querer-mi-no

yámi-písua-kisan, no hablo = yo hablar-mi-no (WL)

(LC) 

bi-ki-san = no sé = saber-mi-no  

na-ki-sán = no quiero = querer-mi-no (véase 17) 

(ya) airá-ti, ya vine/vengo = ya/o venir-yo  

Esta correlación —posesivo-negativo— no sólo asocia el cacaopera al lenca.  También, califica «mi identidad» en su rima de herencia con la negación, es decir, con el abandono del legado ancestral que la filosofía salvadoreña desecha en nombre de la identidad nacional.  Hipotéticamente, se establecería el trío clásico de lo positivo a lo negativo, aunque se desconoce la expresión para el objeto transitivo: -I (sujeto, +) – Yamiji (+/-) – -Ki (posesivo/negativo, -).  A diferencia de las lenguas mesoamericanas —lenguas a marcación en el centro rector (Head Marking Language)— según Lehmann, en (16) no existe un prefijo ni un sufijo para el objeto en el verbo «saka» ni en «upa», salvo que sea cero /ø/.  Se nota la presencia de -m, sufijo locativo, como existe en náhuat, o postposición, i. e., «yalka-m idiwa-li, río-locativo/en bañar-pretérito-yo».   

(16) 

siva-qui saca-ti (siba-ki saka-ti), lavo mi ropa = ropa-mi lavar-yo 

u-ki-m aima upatiti, estoy guardando maíz en mi casa = casa-mi-en/locativo maíz guardar-gerundio-yo. 

Esta ausencia —presencia vacía /ø/ como en ch’ortí’ para la tercera persona— plantea un dilema en la descomposición de (17), que Campbell traduce «I’m going to hit you«.   Sin embargo, falta el verbo auxiliar «ir a» —»wati» en otras oraciones.  Acaso entonces, el orden interior de esa palabra oración sería el siguiente: verbo-sujeto-objeto (VSO).  Quizás ya que contrasta radicalmente con el ejemplo de Lehmann que sería (sujeto) objeto-verbo-sujeto (OVS), sin anotar el cambio de la raíz verbal.  

(17)  

ka-ti-wa, voy a golpearte = ¿golpear-yo-te? 

  1. yemi wati naka-da-ja-li, voy a pegarte = yo ir-yo te-pegar- ¿aspecto, -li, pasado/completivo? (véase: «dúa, péguele») yemi naka-na-ti, yo te quiero = yo te-querer-yo 
  2. naka-na-kis-san(t), no te quiero = te-querer-mi-no (véase 15c). 

Otro par de verbos transitivos plantean un problema similar en (18).  El primero lo expresa porque waki sustituye a wati; el segundo, porque el prefijo i- lo precede.  Campbell proporciona suficientes ejemplos para validar «wati» como «voy» «wati iti waha/witahale, «voy (a) bañar(me)/moler (maíz)».   

(18) 

wáki dísma, voy (a) comprarlo = ir-yo/ ¿mi? comprar i-wáti bijámba, voy (a) pedirlo.

Este prefijo i- reaparece en (19), tal cual lo transcribe Campbell de nuevo y se contrasta con la misma oración en Jiménez.  El problema no podría ser más serio, ya que los autores invierten el orden de ambos verbos, a la vez que «na, querer» se vuelve «ni» y el sujeto «ti» semeja el posesivo «ki(a), kya».  Además, las terminaciones del verbo «dur(r)i, comer» –-ja y -nan— quedan sin explicación.   

(19) 

i-ni-kya dúrri-ja, ya quiero comer 

  1. yamiji ya dur(r)i-nan na-ti, ya quiero comer = yo ya comer-? querer-yo. 

Antes de visualizar cómo el Yo (Self) cambia según el tiempo-aspecto-modo (TAM), se transcribe la oración (20) que Bertoglia Richards traduce «doy a luz», pese a la ausencia de «dar luz», del verbo y del sustantivo. Lo singular de su expresión cultural lo expresa la raíz inicial «lan, sol; lan(taka), día» que le otorga un giro astral al parto. Sin explicar la incógnita de los otros sufijos —-an y -li, quizás aspecto completivo llamado pasado— «parir» es «alumbrar» o, mejor aún, «asolear».  La mujer le concede el amanecer —el «oriente, lan-sal-naka»— a su engendro, lo cual complementa el ciclo menstrual que se asocia con la Luna, Áyku.  Sin una expresión directa en el sustantivo, el análisis gramatical verificaría lo femenino en la conjunción de ese doble ciclo: el lunar de la menstruación y el solar del nacimiento. Quizás.   

(20) lan-an-ti-li, doy a luz = sol-?-yo-? = ¿asolear/alumbrar/orientar?-yo 

***** 

De proseguir la conjugación de Jiménez —en contraste con la de Lehmann— se observa su adaptación al castellano.  Ante la falta de textos que confirmen su uso en el discurso, interesa resaltar el cambio del Yo (Self) del presente, -ti, e incluso del pasado caduco, -li, hacia el futuro y la duda. Por esa secuencia (21) transcribe los ejemplos para el gerundio —-ti/a-ti, según Lehmann— y para el pretérito, así como los diversos tiempos asados en Jiménez.  No se cuestiona la etiqueta temporal, sino se insiste en la terminación -i, «yo» que persiste de manera invariable.   

(21) 

üpä-ti-ti, estoy guardando = guardar-gerundio-yo 

sûn-ta-ti, estoy llamando = llamar-gerundio-yo 

bírj-ta-ti, estoy colgando = colgar-gerundio-yo 

  1. bírr-i-l-i, colgué = colgar-pasado-yo, en Mendoza, 

yamigi pisgua-ti (yamiji piswa-ti), hablo = yo hablar-presente-yo 

yamigi pisgua-ti-ali, hablaba = yo hablar-imperfecto-yo 

pisgu-li, hablé = hablar-pretérito-yo   

yamigi pisgua-nenali, había hablado = yo hablar-pretérito perfecto-yo 

yamigi pisgua-mali, hubiera hablado = yo hablar-pretérito pluscuamperfecto-yo 

Mientras, según Jiménez también, la arista utópica del Yo (Self) varía en la expresión del futuro, tal cual lo ejemplifica (22).   

(22) 

yamigi pisgua-j-im, hablaré = yo hablar-futuro imperfecto-yo 

yamigi pisgua-nayajim / pisgua-nemsu, habré hablado = yo hablar-futuro perfecto-yo 

pisgua-neniquiyú, que yo hable = yo hablar-subjuntivo-yo 

Se halla en juego la idea de un proyecto a realizar, aunado a la recomendación del subjuntivo.  Las tres terminaciones anteriores (22) plantea el dilema de una identidad en continuo proceso de construcción.  El Yo (Self) no difiere de su actuación pasada —completa y terminada— a la presente —incompleta— como lo ejemplificaron el ch’ortí’ y el lenca.  En cambio, su palabra e idioma —»pis-ka» y «pis-ma», afincados en la misma raíz— interrogan la proyección actual del pretérito hacia el porvenir.  De este objetivo, siempre existe la duda que Lehmann asocia a la terminación -ne-nem-s-u.  

Acaso se trata de un Yo (Self) activo, quien asegura «yo hablaré, habré hablado»; ojalá hablemos» por primera vez de las lenguas indígenas y su filosofía, en doscientos años de historia independiente.  El cacaopera urge la utopía —impensable hasta 2022— de reconocer los idiomas ancestrales en la pedagogía nacional, igual que las tierras ancestrales.  En su diversidad regional, el Yo (Self) futuro expandirá el canon literario monolingüe hasta reintegrar esa mito-poética olvidada. A la espera que la censura revoque su dictado al aceptar que una obra magna no es el mundo.  El mundo de una nación se esparce en la diversidad de hablas coloquiales y ancestrales.  Mientras esa sustitución no suceda, el dictado individual —político, artístico y literario— personifica el universo entero de un pueblo sin voz.  La secuencia del Yo (Self) cacaopera sería la siguiente: -U (futuro/duda, ¿+?) -I (sujeto, +) – Yamiji (+/-) – -Ki (posesivo/negativo, -).  

***** 

Antes de concluir, (23) transcribe varios datos poco conocidos sobre el cacaopera. Del nombre del país (23a) se pasa a las formas verbales que Jiménez identifica como infinitivo, gerundio y participio, hasta la transcripción de un poema.   

(23) (a) Tupáyka = El Salvador = Cristo (LC)

(b) pisgua-ja-li (piswa-ja-li), hablar = hablar-infinitivo 

pisguatágua-li (piswa-táwa-li), estar-hablando = hablar-gerundio 

pisguanenala (piswa-nena-la), haber-hablado = hablar-participio 

(c) uppí irají yalaka / upí iraji yalaka 

guásirri gualirat butatá-guali / wásiri walirat butatáwali 

yorra nannanquis dateale / yora nanankis dateale 

káka tukat enquis culani-qui-yá / káka tukat enkis kulanikiya

campo este hermoso (en) 

pájaro(s) mucho(s) (?) cantan 

joven cita existe 

quien por de veras? morir-yo-ya.

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